Yamas y Niyamas: la Ética del Yoga Fuera del Mat
Pocas cosas sorprenden tanto del yoga como descubrir que va mucho más allá de las posturas elegantes que se ven en Instagram o en una clase grupal. Lo realmente fascinante es que existen ciertas «reglas del juego» no escritas que pueden cambiarte la existencia desde adentro. Los Yamas y Niyamas, esos conceptos recogidos en los famosos Yoga Sutras de Patañjali, se sitúan en la raíz misma del yoga auténtico y, aunque suenen antiguos, influyen en tu día a día incluso sin ponerte patas arriba sobre una esterilla. En el fondo, funcionan como una brújula ética para sortear los enredos cotidianos, invitándonos a revisar no solo lo que hacemos, sino cómo sentimos y conectamos con las personas y el mundo.
¿Qué son exactamente los Yamas y Niyamas?
Hablando claro, dentro del sistema de Ashtanga Yoga (que es como un manual de ocho pasos para la evolución humana), los Yamas y Niyamas ocupan el lugar especial de cimientos sobre los que se apoya todo lo demás. Si el yoga fuese una casa, este par sería el terreno firme y las primeras paredes que impiden que todo se derrumbe con el primer viento emocional.
- Los Yamas marcan la pauta sobre cómo nos movemos en sociedad: nos orientan para tener menos líos y más entendimiento. Son cinco, muy concretos, pero no por ello fáciles de cumplir todos los días, sobre todo si el mundo te pone a prueba.
- Los Niyamas miran hacia dentro, como si encendieras una linterna para autoexplorarte y aprender a vivir contigo, sea bajo presión o en plena calma. También suman cinco y se sienten a veces como una conversación sincera contigo mismo.
Por cierto, Patañjali, ese sabio de otro tiempo, insiste en que estas guías valen igual hoy que hace siglos y para cualquiera, lo que les da un aire bastante atemporal. No son leyes frías, sino consejos activos para que mente, emociones y acciones se sincronicen y así el yoga no se quede solo en una pose bonita o una moda pasajera. Porque, al final, querer avanzar en el yoga sin esta base es como montar una tienda de campaña en terreno pantanoso.

Y aunque más adelante podrás entrarle a las posturas y a la meditación, nada de eso se sostiene si estas claves éticas no permean tu vida diaria, ni que decir en los momentos complicados o cuando menos te lo esperas.
Los 5 principios para relacionarte con el mundo: los Yamas
Estos cinco Yamas, para muchos, actúan como un ancla en pleno mar agitado: buscan purificar no solo lo que hacemos, sino lo que pensamos y decimos. Si se aplican con constancia (que dicho sea de paso, no es cosa sencilla), logran modificar tanto nuestro entorno como esa vocecita interna que a veces complica todo.
Ahimsa: la no violencia en pensamientos, palabras y actos
Ahimsa exige un esfuerzo extra: plantea evitar dañar deliberadamente, ya no solo con gestos bruscos, sino en cada acto, palabra o incluso cuando nos criticamos frente al espejo con cierta dureza. Si el día se pone complicado, ahimsa sugiere respirar hondo antes de caer en el conflicto y ver a los demás, y a uno mismo, como alguien con quien merece la pena empatizar. Curiosamente, en ambientes donde predomina ahimsa, la tensión desaparece casi por sí sola, como si trajera paz consigo.

Satya: la honestidad contigo mismo y con los demás
Satya pone a prueba nuestro compromiso con la verdad, tanto en lo externo como en lo más privado. Hablar con franqueza, sí, pero también saber cuándo guardar silencio si una verdad puede herir injustamente. Se nota mucho cuando alguien practica satya: genera relaciones transparentes, seguras y, curiosamente, reduce malentendidos en grupo y ayuda a reconocer nuestros límites reales, por muy incómodos que parezcan.
Asteya: el principio de no robar, ni siquiera el tiempo
La idea detrás de Asteya es algo más profunda de lo que mucha gente piensa. Claro que se trata de no robar lo material, pero el principio va tan lejos como respetar el tiempo ajeno, la confianza o el ingenio de otros. Incluso ese hábito de llegar tarde o ignorar las ideas en una reunión entra en juego aquí. Asteya siempre valora la gratitud por lo que tenemos y, ciertamente, ayuda a dejar atrás las comparaciones o el deseo constante de lo ajeno.
Brahmacharya: cómo gestionar tu energía vital con moderación
Aunque en tiempos pasados se reducía al celibato, Brahmacharya prefiere verse hoy como la habilidad de usar la energía (en todas sus formas) de modo consciente. Nada de derrocharla en placeres fugaces, sino invertirla en aquello que realmente suma. Quien practica brahmacharya equilibra placer y disciplina, elige bien en qué se mete y se aleja de excesos que drenan el ánimo o la claridad mental. Es más un arte que una restricción.
Aparigraha: liberarse de la codicia y el apego excesivo
Aparigraha parece diseñado para la sociedad de hiperconsumo, ya que sugiere valorar más el desapego y menos la acumulación. Vivir ligeros, con lo justo, no solo es un alivio para el bolsillo, sino también para la mente. Aparigraha nos invita a soltar relaciones, cosas y expectativas que ya no nutren y, de paso, hace espacio para nuevas oportunidades con una ligereza refrescante.

Los 5 pilares de tu disciplina personal: los Niyamas
Si los Yamas te ayudan a relacionarte mejor con lo que está afuera, los Niyamas se encargan de organizar la casa interna. A veces funcionan como ese consejo sabio de un amigo que sabe cuándo apretarte y cuándo animarte a seguir. Aplicados con autenticidad, los Niyamas sostienen nuestro avance personal y ayudan a manejar las emociones más intensas.
Śaucha: la pureza de cuerpo, mente y entorno
Pensar en Śaucha es imaginar ventanas abiertas y aire fresco, tanto afuera como por dentro. Consiste en mantenerno solo la higiene física y el espacio ordenado, sino también limpiar el barullo mental: dejar ir pensamientos y emociones que nos intoxican. Por momentos, saucha es como quitarse un abrigo pesado tras un día largo y, sin duda, abre las puertas a conocerse con una mente más despejada.
Santoṣa: el arte de encontrar la satisfacción en el presente
Santoṣa es ese amigo que te recuerda, muy a menudo, aceptar y agradecer lo que tienes ahora mismo. No significa resignarse, sino ver el valor de lo cotidiano y reducir la inquietud constante por querer algo diferente. Cuando se logra, la paz interna empieza a ganar terreno y, de verdad, el estrés baja de nivel, aunque nada externo cambie de inmediato.
Tapas: la autodisciplina que enciende tu fuego interior
No hay nada como Tapas para poner chispa cuando hace falta levantarse temprano o sostener una práctica que, aunque cuesta, sabes que te fortalece. Tapas es la energía interna que nos empuja a dejar malos hábitos, mantener rutinas sanas y mirar los retos con determinación, igual que un atleta que no se rinde frente a la adversidad. Aporta coraje extra para los días difíciles.
Svādhyāya: el camino del autoestudio y la reflexión
Svādhyāya invita a mirarnos sin filtro, reflexionando sobre nuestras acciones y estudiando textos o enseñanzas que abran la perspectiva. Como si te sentaras cada tanto a charlar contigo mismo, este principio cultiva el autoanálisis y, con ello, ayuda a aclarar metas y redirigir el rumbo con más sentido.
Īśvarapraṇidhāna: la entrega y confianza en algo más grande
Con Īśvarapraṇidhāna, las cosas adquieren otra dimensión. Proponer rendirse a algo superior, sea el universo o cualquier creencia personal, nos aparta del control rígido y abre la puerta a la humildad. Curiosamente, cuando confiamos en que hay algo mayor, la vida parece fluir con menos ansiedad y aparece un tipo de paz que no depende solo de nuestro esfuerzo.
¿Cómo aplicar esta ética del yoga en tu día a día?
Por cierto, lo más relevante de Yamas y Niyamas es que se prueban lejos de la esterilla, justo en medio del tráfico, en reuniones de trabajo o en un simple café con amigos. Adoptar estos principios poco a poco puede convertir situaciones cotidianas en oportunidades de mejora personal, ofreciendo herramientas para transformar desde relaciones laborales hasta los enredos familiares más complicados.
Echa un vistazo a esta tabla, donde verás ejemplos concretos (y no tan obvios) de cómo los Yamas y Niyamas pueden aterrizarse en el entorno real:
Principio ético | Aplicación en el trabajo | Aplicación en relaciones personales |
---|---|---|
Ahimsa (No violencia) | Crear ambientes de respeto, evitando comentarios hirientes o bromas pesadas que generen mal clima. | Afrontar diferencias con empatía, escuchando sin interrumpir ni juzgar impulsivamente. |
Satya (Veracidad) | Ser directo y claro en reuniones, apostando por la honestidad ante cualquier presión de aparentar. | Ser sincero aunque genere confrontación, siempre desde el cuidado mutuo. |
Asteya (No robar) | Respetar las propuestas del equipo, reconocer méritos ajenos y valorar el esfuerzo colectivo. | Cumplir promesas, ser puntual y evitar invadir espacios personales. |
Brahmacharya (Moderación) | Establecer tiempos de pausa, cuidar el descanso y no dejar que la carga laboral consuma toda tu energía. | Poner límites y buscar el equilibrio en los vínculos afectivos. |
Aparigraha (No codicia) | Colaborar y compartir logros, sin caer en rivalidades por ascensos o reconocimientos. | Soltar expectativas sobre la otra persona y aceptar los cambios con más soltura. |
Śaucha (Pureza) | Ordenar el espacio, despachar pendientes y evitar comentarios tóxicos en el grupo. | Limpiar emociones guardadas, expresando lo que duele o molesta con sinceridad. |
Santoṣa (Contentamiento) | Reconocer aciertos y aprender de errores sin dramatismo, valorizando el proceso. | Apreciar las pequeñas cosas en pareja o en familia, dejando de querer cambiarlo todo. |
Tapas (Disciplina) | Mantenerse en constante formación, incluso cuando no hay reconocimiento inmediato. | Poner voluntad para dialogar y enfrentar tensiones con apertura, no huyendo del conflicto. |
Svādhyāya (Autoestudio) | Dedicar unos minutos a evaluar el propio desempeño y ajustar rutinas si algo no está funcionando. | Observar cómo tus palabras y gestos influyen en la dinámica con seres queridos. |
Īśvarapraṇidhāna (Entrega) | Delegar cuando es necesario, aceptando que no todo depende de ti. | Confiar en que la relación se transformará conforme a las circunstancias, sin imponer forzosamente rutas. |
¿Por dónde puedo empezar a integrarlos?
Ahora bien, si piensas que esto es demasiado de golpe, es normal. Aquí te comparto unos pasos sencillos (pero muy útiles) para dar inicio:
- Lleva un diario de reflexión: Registrar cada noche los momentos en que lograste (o no) aplicar algún principio te lleva a conocerte con más sinceridad.
- Elige un precepto al mes: Dedicarle atención exclusiva a uno de los valores durante treinta días hará que realmente te impregnes de su esencia antes de intentar el siguiente.
- Crea recordatorios visibles: Una palabra clave o un símbolo en tu escritorio o fondo de pantalla puede ayudarte a mantener el enfoque si tiendes a olvidarte entre las prisas.
- Busca un grupo de estudio: Compartir experiencias con otras personas hace todo más divertido y, sí, también te ayuda a evitar trampas mentales propias.
- Practica la autocompasión: El paso más importante es entender que nadie es perfecto. Si algún día fallas, simplemente vuelve a intentarlo con intención genuina y menos crítica.

Al final del día, integrar los Yamas y Niyamas no es llegar a una meta, sino recorrer un camino muy personal. El yoga entonces deja de ser sólo postura bonita y pasa a ser esa voz amable que te acompaña en cualquier circunstancia y quien sabe, hasta influye positivamente en quienes te rodean, aportando calma y sentido en momentos de caos diario.
Estos principios funcionan como un mapa flexible: cuando el camino de la vida se vuelve enredado, ayudan a tomar buenas decisiones y vivir con integridad. Cuando uno los abraza, es muy probable que perciba grandes transformaciones internas y, además, colabore a que el mundo sea un espacio un poco más amistoso y colaborativo para todos, no solo para unos pocos.