Tadasana postura de la montaña

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Tadasana postura de la montaña frente

Tadasana postura de la montaña

Tadasana, más conocida como la postura de la montaña, no se limita a pararse y ya. Esta postura básica, que a menudo parece sencilla, en realidad te invita a experimentar la estabilidad y la conciencia desde el primer momento que te colocas sobre el mat. Aunque muchos maestros de yoga la describen como el cimiento de todas las asanas de pie, para otros es como la puerta de entrada a una sensación íntima y poderosa de equilibrio, calma y fortaleza. Al alinearte en Tadasana, el cuerpo se conecta con la tierra y simultáneamente con el espacio, convirtiendo la quietud del cuerpo en una herramienta para preparar tanto el sistema nervioso como los músculos para posturas más avanzadas o, simplemente, para una mayor claridad mental.

¿Qué es exactamente Tadasana y qué significa?

El término Tadasana viene del sánscrito; “Tada” significa “palmera” y “Asana” quiere decir “postura”. Por eso, si te detienes a pensar, la imagen de una palmera alta, establecida en su ambiente, refleja a la perfección la intención de esta postura. También se le llama, por analogía, “postura de la montaña”, ya que recuerda a las montañas, firmes y siempre presentes, actuando como símbolo de estabilidad y altura.

Tadasana postura de la montaña frente

Más allá de su etimología, Tadasana encierra una simbología que quienes la practican suelen sentir desde el primer momento. Por ejemplo, los pies fijos representan el anclaje a la tierra, y la coronilla dirigida hacia arriba sugiere nuestra búsqueda constante de superación o de conexión con algo intangible. Se puede decir, sin exagerar, que Tadasana es como un manual de instrucciones para hallar equilibrio y rectitud, algo valorado tanto por los clásicos del yoga como por los estilos contemporáneos.

¿Cómo se hace correctamente la postura de la montaña?

No basta con quedarse quieto: Tadasana precisa atención a cada pequeño detalle del cuerpo, lo que, por cierto, no resulta tan inmediato como parece. Aquí te explico cómo organizar tu postura, aunque cada cuerpo podrá necesitar ajustes personales. Intenta seguir este proceso como si estuvieras afinando un instrumento.

1. Colocación de los pies y las piernas

Esta postura realmente arranca por los pies. Vas a juntar los dedos de los pies, dejando un pequeño espacio entre los talones. Haz como si te agarraras al suelo, distribuyendo el peso en cuatro puntos: la base del dedo gordo, el del pequeño, el talón interior y exterior. Sube ligeramente los dedos, bájalos suavemente, y acto seguido siente cómo los arcos del pie se activan. Después, presta atención a tus piernas: tensa mínimamente los muslos para activar las rótulas y apunta las rodillas hacia adelante; notarás enseguida cómo tu postura comienza a sentirse diferente.

2. Alineación de la pelvis y el tronco

Nadie dijo que esta parte sería la más fácil, pero es bastante importante. Lleva la pelvis a lo que llaman “posición neutra”: el sacro baja, el pubis sube y el abdomen se recoge sin apretar. Así logras que la zona lumbar se relaje. El pecho, mientras tanto, se expande lateralmente, no hacia adelante. Las clavículas se abren y la respiración puede fluir sin esfuerzo aparente.

3. Posición de hombros, brazos y cabeza

Aquí no hace falta ser rígido: relaja los hombros de manera que se distancien de las orejas. Los brazos caen despacio a los costados, con las palmas tocando los muslos o mirando hacia el frente, según te resulte más cómodo. Mantén los dedos extendidos pero libres de tensión. El cuello se alarga de forma generosa, la barbilla queda paralela al piso y la cabeza sigue vertical, como si un hilo invisible tirara de la coronilla hasta los talones.

¿Qué puntos clave debo recordar?

  • Guarda la estabilidad desde la base de los pies hasta la coronilla, como si quisieras crecer sin perder el equilibrio.
  • Busca la simetría, pero acepta las pequeñas diferencias entre ambos lados.
  • Haz ajustes graduales y constantes para pulir la alineación, especialmente si alguna parte se siente rara.
  • Mejor la calidad postural que la cantidad de esfuerzo; no te sobre esfuerces.
  • Sigue una respiración tranquila y natural; siente cómo el aire te centra.

¿Qué beneficios notarás al practicar Tadasana?

No subestimes la postura por su aspecto sencillo. Además de lo que se ve, Tadasana aporta resultados fascinantes a quienes le dedican atención e intención. En realidad, sus ventajas se notan dentro y fuera de la práctica.

Mejora de la postura y la alineación corporal

Practicar Tadasana de manera habitual ayuda a reeducar la postura (lo notarás si has pasado mucho tiempo encorvado en una silla). Los músculos profundos, especialmente en la zona del abdomen y la espalda, empiezan a trabajar, lo que previene molestias de columna o cervicales antes de que se conviertan en un problema. También se vuelve más fácil detectar desequilibrios que hasta ese momento pasaban desapercibidos.

Tadasana postura de la montaña lateral

Desarrollo del equilibrio físico y mental

Si alguna vez te has sentido un poco torpe, aquí tienes una solución interesante. Tadasana enseña a repartir el peso del cuerpo y apoya la activación de los estabilizadores, mejorando nuestra capacidad para mantenernos de pie con confianza. La propiocepción, algo así como el “sexto sentido” del cuerpo respecto a su posición, mejora notablemente. Además, la quietud de la postura, sin moverse, aporta serenidad a la mente y la ayuda a focalizarse, justo en medio del ajetreo cotidiano.

Aumento de la concentración y la atención plena

No es exagerado afirmar que Tadasana pide una vigilancia constante sobre la alineación de cada parte del cuerpo, generando un estado de auto observación. Seguir la respiración, sencilla y concentrada, permite aquietar la mente y reducir ese ruido interior tan común hoy en día. Así, se crea una base ideal para afrontar transiciones o posturas más exigentes con otra actitud.

¿Existen riesgos o adaptaciones que deba conocer?

No todo es para todos, y Tadasana, aunque parece universal, necesita acercarse con conciencia y, si corresponde, adaptar detalles según cada caso. Tanto principiantes como personas con experiencia pueden hacerla suya si aprenden a escuchar al cuerpo.

¿Cuándo es recomendable practicarla?

En líneas generales, conviene usar Tadasana cuando se persigue alguno de estos objetivos:

  • Mejorar la postura corporal en cualquier momento del día.
  • Fortalecer de manera simple el abdomen, las piernas y la espalda.
  • Desarrollar mejor el equilibrio y la propiocepción sin necesidad de apoyos.
  • Usarla como transición, punto de partida o pausa entre posturas.
  • Entrenar la respiración consciente y encontrar tranquilidad.

¿Quién debe tener precaución?

No todas las personas se sienten cómodas en Tadasana durante mucho rato y hay algunos casos a considerar. Por ejemplo:

  • Si existen problemas en las rodillas, tobillos o la zona lumbar.
  • Quienes tienen presión arterial alta sin controlar.
  • Si el corazón no debería trabajar demasiado mientras estás de pie.
  • Gente propensa a mareos, vértigo o pérdidas breves de conocimiento.

Adaptaciones según tu nivel de experiencia

Cada persona puede dar su toque a la Tadasana, sobre todo si necesita comenzar de forma suave o si busca retarse más adelante. Por eso existen muchas versiones, útiles tanto para practicar en clase como en casa.

NivelAdaptación sugeridaPropósito
PrincipianteSepara los pies al ancho de las caderas o apoya la espalda en una pared, si buscas más confianza.Ofrecer mayor estabilidad y permitir que sientas tu cuerpo más seguro.
IntermedioPractica con los ojos cerrados o eleva los brazos por encima de la cabeza.Desarrollar el equilibrio y sumar un poco de dificultad física.
AvanzadoPrueba sobre una superficie poco estable, como un cojín, o experimenta usando bandhas.Poner a prueba el control corporal y refinar aún más la técnica energética.
TerapéuticoRealiza la postura sentado y apóyate con las manos en la cadera o incluso en la pared ante cualquier dificultad.Adaptarla si hay movilidad reducida o durante la rehabilitación.

En realidad, Tadasana acompaña casi todos los estilos de yoga y se amolda según lo que requiera la clase. Si practicas Hatha Yoga, la postura establece el orden y el ambiente. En Vinyasa o Ashtanga, actúa como pequeño respiro consciente entre secuencias más activas. A su vez, métodos precisos como Iyengar la utilizan para pulir la alineación antes de abordar posturas más complejas.

Detrás de su sencillez y falta de adornos, Tadasana esconde una sorprendente profundidad. Practicarla habitualmente no solo te ayudará a crear un soporte físico firme, sino que te invita a cultivar una mente mucho más centrada. Si alguien busca presencia y equilibrio, esta postura es ese refugio al que volver, tanto dentro como fuera de la esterilla.

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